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Basque Country, land of cooperation
El concepto de auzolan no sólo figura en el eslógan utilizado por el Gobierno vasco, sino que, junto con la innovación y la internacionalización, fue destacado, en el ámbito económico, por el lehendakari Urkullu en su recepción a la sociedad vasca de finales del 2017.
Es clara la importancia de tener en cuenta la internacionalización que, nos guste o no, se presenta como una tendencia imparable de la economía global, ya que por un lado permite un mejor aprovechamiento de los descubrimientos científicos y sus aplicaciones técnicas en la medida en que actúa sobre volúmenes de población mayores (el teléfono móvil puede ser un buen ejemplo de ello) y, por otro, aprovecha las ventajas diferenciales de los distintos países del planeta.
También es clara la importancia de la innovación ya que, en ese escenario global, difícilmente nuestras empresas podrán distinguirse por sus ventajas en costes, sino que más bien tendrán que esforzarse en ofrecer productos de más calidad y servicios más personalizados para sobrevivir en el nuevo y despiadado escenario competitivo mundial, para lo que la innovación es imprescindible.
Pero ¿Tiene sentido el auzolan en pleno siglo XXI? ¿No están precisamente las instituciones públicas para resolver los problemas comunes de la ciudadanía? ¿No sería precisamente una obligación del lehendakari y del Gobierno que preside responsabilizarse de los problemas de la comunidad, que le aporta, además, cuantiosos recursos para ello?
Es probable que la dimensión funcional tradicional del auzolan para resolver pequeños problemas de entornos rurales esté superado en una sociedad moderna, pero quizás merezca la pena profundizar en los valores subyacentes en el mismo.
Entre éstos, destacaría en primer lugar el hecho de que los ciudadanos que tienen un problema no se sitúan como “víctimas” del mismo, que reclaman su solución a “alguien externo”, sino como protagonistas de su solución. Actúan de forma proactiva para resolverlo, aunque soliciten también en algunos casos el apoyo de las instituciones públicas.
En segundo lugar, el objetivo es mejorar lo que podríamos denominar el “Bien Común”, no unos intereses particulares, por legítimos que éstos sean.
En tercer lugar, lo hacen desde el paradigma de la “cooperación” de personas que comparten una necesidad, con independencia de las ideologías o sentimientos de identidad de las mismas.
Desde otro punto de vista, algunos analistas internacionales predicen que, en el futuro de las sociedades occidentales, las demandas a las Administraciones Públicas van a crecer de una forma mucho más intensa que los recursos de las mismas para atenderlos. De forma que se vivirán tensiones muy importantes entre ciudadanos y gobiernos, que no contarán con recursos económicos suficientes para responder a las demandas de aquellos.
En este contexto, el concepto de auzolan, entendido como corresponsabilidad, búsqueda del bien común y práctica de la cooperación cobra nueva actualidad. Incluso para ser no sólo el eslogan de un gobierno concreto sino el paradigma del funcionamiento de una sociedad, que no espera de los poderes públicos la solución a todos sus problemas.
Coincide también con la Experiencia del movimiento cooperativo de Mondragon que también reclama para sí la inspiración del auzolan y, por otro lado, explica su éxito debido a que “la cooperación es la poderosa palanca que multiplica la eficacia de nuestros esfuerzos”.
Frase ésta del sacerdote inspirador del citado movimiento y que desde Arizmendiarrieta Kristau Fundazioa queremos aplicar a distintos planos de la vida económica y social del País con una propuesta que denominamos “Economía de Cooperación”.
Pero el concepto puede ser, asimismo, valor utilizado a nivel internacional: efectivamente, en un tiempo en que es tan difícil para las empresas y países distinguirse de los demás por algún atributo positivo, contamos en la cooperación con una especificidad cultural que se ha hecho realidad en un grupo empresarial distinto, que suscita el interés en todo el mundo. (Y que quizás no es casual que se haya desarrollado con mucha mayor intensidad en las comarcas en que se mantienen con más fuerza los valores de la cultura tradicional vasca)
“Basque Country, land of cooperation” ofrecería, además, un diferencial atractivo para proyectos empresariales emergentes en el mundo, que buscan para su desarrollo personas preparadas y capaces de trabajar en equipo en un contexto que favorezca la innovación creativa.
Aunque tenemos los ejemplos suficientes como para que tuviera credibilidad (el caso de Mondragón es único en el mundo) no podemos olvidar algunos deberes pendientes en nuestro caso para hacerlo más real. En efecto, será preciso practicar con más intensidad esta cooperación- auzolan, aunque a veces lo hagamos necesariamente de forma “conflictual” como indican algunos pensadores. Y la apliquemos más allá de la fórmula societaria cooperativa, en los distintos órdenes de la vida económica y social. Sustituyendo como deporte social el “ring de boxeo”, en el que a veces estamos sumidos (y que generalmente es malo para todos), por una expedición montañera compartida para alcanzar las más altas cumbres de humanidad y progreso para todos.
Juan Manuel Sinde
Presidente de Arizmendiarrieta Kristau Fundazioa
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DON JOSE Mº ARIZMENDIARRIETA
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