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Hace unos meses, antes del verano, tuve el honor de recibir en nombre de IED, el premio Arizmendiarrieta, un reconocimiento a la labor de construir una empresa inclusiva, comprometida con el bienestar de las personas. Recibir este premio me ha animado a transmitir a través de estas líneas cuál es mi visión acerca del papel de las empresas en la sociedad actual y cómo parece existir una disputa frecuente entre trabajadores y propietarios o entre la administración pública y el sector privado. Una disputa, en mi opinión, sin sentido algún dado que no refleja la verdadera esencia de las empresas.
Las empresas son, en su forma más pura, la estructura que la humanidad ha creado para coordinar el esfuerzo colectivo y generar valor en la sociedad. Todo lo que existe en el mundo, fuera de la naturaleza misma, es fruto de este esfuerzo humano organizado. Este valor que no es solo económico; se traduce en mejoras en la calidad de vida, en una sociedad más segura, longeva y con mayores oportunidades para todos.
Una empresa del siglo XXI debe ser eficiente y competitiva, pero también inclusiva y participativa. No podemos seguir viéndolas, insisto, como entidades separadas y en constante conflicto con sus empleados o con la administración pública. En realidad, somos actores que desempeñan roles complementarios en un proyecto común. Las empresas tienen la misión de contribuir al desarrollo social, generando empleo, infraestructuras y beneficios que se revierten en la comunidad.
Arizmendiarrieta nos recuerda que “la empresa es antes una realidad social, una unión de conductas humanas encaminadas a la consecución de un bien común”. Bajo esta premisa, la empresa debe generar valor y recibir un retorno que garantice su sostenibilidad, siempre bajo el objetivo de contribuir al bienestar común, al crecimiento de la calidad de vida en la sociedad donde esa empresa desarrolla su actividad.
Y en esta misión, las personas que trabajan en una empresa no son sino el centro de su éxito y de su razón de ser. Para humanizar la economía y aumentar la productividad, es fundamental que los objetivos de la empresa se alineen con las aspiraciones de quienes trabajan en ella. Cuando logramos construir un entorno de alta productividad y satisfacción personal, el valor que generamos se convierte en riqueza que impacta positivamente en toda la sociedad.
En IED estamos profundamente convencidos de que las personas felices, satisfechas e integradas que se sienten parte del objetivo común son personas más motivadas, generan mejores ideas y potencian a las personas con las que se relacionan. Y esto consigue que además de permitir a las personas desarrollarse personalmente, logren tener un mayor impacto, consiguiendo una mayor competitividad de la empresa. Por todo ello es absolutamente relevante trabajar en la comunicación interna, la trasparencia de la información relevante, la co-creación de objetivos, el entorno físico de trabajo, la flexibilidad, el compromiso, el trabajo en equipo, la proactividad… en definitiva, los valores con los que en IED tratamos de vivir y caminar todos los días.
Arizmendiarrieta dijo que “el problema de nuestros días no es eludir el trabajo, sino hacer de él una fuente de satisfacción honesta”. Cuando las personas encuentran un sentido en su trabajo, cuando ven su trabajo como una oportunidad de desarrollo personal y colectivo, ello redunda en que estamos construyendo una sociedad más fuerte y solidaria.
Nuestra experiencia demuestra que el éxito es compatible con los valores humanos. Creemos que la cooperación y el compromiso son fundamentales para alcanzar resultados significativos. La productividad y la calidad son esenciales, pero solo se logran cuando los valores humanos ocupan el centro de la organización y cuando respetamos las leyes económicas como guías de sostenibilidad.
Si queremos construir una sociedad próspera, necesitamos empresas que se comprometan con un crecimiento económico que enriquezca también a la sociedad en su conjunto. Como decía Arizmendiarrieta, “la empresa puede organizarse de forma más humana y tratar a las personas con la dignidad que merecen, sin detrimento de la productividad”. En este camino, todos tenemos un rol fundamental que desempeñar para construir juntos una sociedad mejor.
Iñigo Ayerra
CEO IED, Premio Arizmendiarrieta 2024
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DON JOSE Mº ARIZMENDIARRIETA
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